Llevo un par de semanas bastante saturado entre trabajo, reuniones y pendientes.
Mi cabeza está en todos lados, y cuando tu trabajo depende de tu creatividad, eso no es solo cansancio: es una alarma.
El fin de semana escapé a CDMX, y como quien busca aire, me encontré con The Creative Act: A Way of Being de Rick Rubin.
Un libro que no solo leí… me leyó.
Rubin no habla de creatividad como un talento, sino como una forma de vivir. Una manera de estar presente, de escuchar el silencio y de proteger la energía creativa como si fuera un fuego sagrado.
De todo lo que leí, hubo 5 ideas que resonaron fuerte conmigo:
- Crear hábitos que sostienen la creatividad.
No se trata solo de hacer espacio para crear, sino de convertir tu vida entera en ese espacio. El arte no comienza cuando abres la laptop, empieza desde cómo te despiertas, cómo te alimentas, cómo te hablas. - Bajar las expectativas.
No todo tiene que ser tu obra maestra. A veces, solo necesitas terminar algo para poder comenzar lo siguiente. Jugar más, presionarse menos. - Seguir la energía.
Rubin dice que el mejor termómetro para saber si algo va bien es la emoción que te genera. Si algo te enciende, aunque no sepas adónde va… síguelo. - Romper las reglas.
La mayoría de las reglas creativas no son verdades, son costumbres. Y muchas de ellas ni siquiera son tuyas. Cuestionarlas es parte del proceso. - Aceptar lo inesperado.
Lo que parece un error, a veces es el camino. El universo no siempre responde a lo que pedimos, pero sí a lo que necesitamos ver.
Este libro no me resolvió la vida, pero me recordó algo esencial: Crear no es una actividad. Es una forma de ser.
Ahora, cada día debo empezar desde ese lugar. Con menos juicios. Más juego. Menos urgencia. Más presencia.
Gracias Rick Rubin por abrirme esta puerta, y a mí por cruzarla.
Por: Ing. Victor M. Melgarejo Zurutuza, MSTC - MTI