En 2016, Carlos García Ottati estaba frustrado. Había intentado vender su coche y lo único que encontró fue desconfianza, trámites eternos y un sistema oxidado. En lugar de resignarse, decidió crear una solución. Así nació Kavak, la startup mexicana que revolucionó la compra-venta de autos usados y que hoy es uno de los unicornios más ruidosos y veloces de Latinoamérica.
Su secreto no fue solo tener una buena idea, sino pensar en grande desde el día uno. Y eso le permitió no solo escalar… sino cambiar las reglas del juego.
El dolor de cabeza que se convirtió en oportunidad
En México, comprar un auto usado era una pesadilla: papeles falsos, coches robados, falta de garantías. Carlos lo vivió en carne propia y entendió que si quería transformar la industria, tenía que construir confianza en un mercado donde no la había.
Kavak no solo intermedió: controló todo el proceso. Compró autos, los inspeccionó, los reparó, los financió… y los vendió como si fueran nuevos. Así nació un modelo híbrido entre concesionaria, taller y fintech que sedujo a miles de consumidores y, pronto, a inversionistas globales.
“No solo resolvimos una fricción. Creamos una experiencia”, afirma García Ottati.
Velocidad, tecnología y visión regional
Con menos de cinco años operando, Kavak ya estaba en Argentina, Brasil y más recientemente en Turquía. En lugar de expandirse tímidamente, optaron por la vía agresiva: inversión fuerte, talento global y operaciones a escala.
En el corazón de su modelo hay un algoritmo propio que valora autos con precisión, anticipa demanda y ajusta precios en tiempo real. Pero también hay un músculo financiero: Kavak ofrece créditos, garantías extendidas y recompra asegurada, todo desde una plataforma móvil.
Dato clave: En 2021 se convirtió en el primer unicornio mexicano, alcanzando una valuación de más de 8 mil millones de dólares.
¿Qué puede aprender un emprendedor de Kavak?
Resolver un problema real: El punto de partida fue una experiencia negativa, común y masiva.
Pensar como consumidor, no solo como empresario: Cada etapa del proceso fue diseñada desde el punto de vista del cliente.
Escalar con estructura: Controlar la cadena completa fue clave para diferenciarse.
Tener visión global desde el inicio: Su pitch inicial ya incluía la expansión internacional.
Como dice García Ottati: “No tienes que inventar el cohete, pero sí asegurarte de que todos quieran subirse”.
La era de los unicornios con propósito
Kavak no es solo una historia de crecimiento financiero. Es una prueba de que en Latinoamérica se pueden construir empresas de clase mundial, con tecnología de punta, modelos robustos y visión clara.
En una región marcada por la informalidad, Kavak demostró que la formalidad puede ser rentable… y hasta sexy. Lo que empezó como una queja frente a un volante viejo, hoy es un imperio sobre ruedas.
Por: Grandes Empresarios